sábado, 28 de junio de 2014

JOYAS, HERRADURAS Y HOYAS DE METAL QUE AUGURAN PROSPERIDAD GITANA




Para los gitanos el encontrar un anillo, una pulsera, una cadenita u otra joya, es un excelente augurio de prosperidad y suerte en aquello que se propongan lanzar a partir de ese momento.
Este hábito lo traen consigo desde cuando en sus comienzos se desplazaban en sus carros de un país a otro. En cuanto vislumbraban la posibilidad de algo brillante en el camino, detenían su marcha, y sí hallaban algo, enseguida debían de atárselo con alguna cinta o hilo a la pata delantera derecha del caballo, no pudiéndoselo quitar de la pata hasta no llegar al destino definitivo; en que recién allí disponían de la joya para usarla inclusive como talismán de protección, ya que se esa alhaja emanaba una energía muy positiva. Se la entregaban al gitano/a que creyeran más conveniente para llevarla consigo.

Entonces ahora, lo que hacen en la actualidad para mantener la costumbre, es al encuentro de una joya, dejarla por un tiempo en un lugar sin tocarla; situación similar a la de encontrarse en la pata del caballo, al parecer, para descargar sus males. Quedando después totalmente liberada de lo negativo, para ser usada como signo benefactor.

Desde siempre las herraduras atraen las buenas fortunas; formaban parte de la existencia vital de todos los pueblos que se trasladaban, especialmente como el nuestro. El no tener herraduras, perderlas o no mantenerlas en perfecto estado, era sinónimo de desgracias; por eso cuando se gastaban o rompían automáticamente las arrojaban a las carreteras; de igual manera que cuando se encontraban las herraduras había que lanzarlas para atrás sin mirar, entendiendo que de esta manera la vida nos regalaría la mejor sonrisa. Esta costumbre está asociada a la idea que la herradura perdida está estrechamente vinculada al pasado, porque a él lo representa; por tanto lo más conveniente para obtener un maravilloso futuro es poder liberarse de las cargas del pasado. En cambio, es un obsequio invalorable cuando se trata de recibir como presente una herradura; Y en ese caso funcionará como talismán de protección, colocado cerca de la puerta de entrada de las viviendas, neutralizará todas las vibraciones negativas del lugar, como así de las personas que ingresen a ellas.

El metal es importante para este pueblo; las vajillas de cocina de mineral (especialmente las ollas y sartenes), no debían lavarse más que cuando era estrictamente necesario; para ellos, solo bastaba con pasarlas por agua y quemarlas; de esa manera eliminaban por medio del fuego todos los maleficios. Un cacharro que se rompía, se resquebrajaba o agujereaba, debía de ser destruido y vertido a la basura porque representaba la llegada de una época de mala suerte.

Sin saberlo, algunos de nosotros colgamos cubiertos de cocina (cucharón, espumadera, etc.), sobre la cocina y de forma vertical; tal como lo hacían los gitanos en los carromatos; sólo que ellos los situaban allí para que absorbieran la energía positiva de la tierra, que era de vital significación para los gitanos.

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