lunes, 28 de septiembre de 2015

EL ORÍGEN DE LA FAMOSA CALABAZA DE HALLOWEEN



Todos relacionamos la fiesta de Halloween con la típica calabaza iluminada desdentada y sonriente que todos los americanos colocan en el porche de sus casas. Es indudable que es uno de los símbolos más conocidos de esta festividad y una de las cosas más divertidas que tiene esta fiesta: tallar la calabaza y el dulce de calabaza.

Nadie sabe exactamente cuál es el origen de esta misteriosa costumbre. Cuenta la leyenda que un tal Jack el Tacaño convenció al diablo para irse a echar unos tragos. Jack convenció al diablo para que se convirtiese en una moneda y así poder pagar la bebida. El diablo accedió. Pero como Jack era tan tacaño cogió la moneda y la guardó en uno de sus bolsillos, precisamente uno que contenía un pequeño crucifijo de plata. Esto hizo que el diablo quedase atrapado en la forma de una moneda. El diablo entonces le pidió que le liberara y Jack accedió a condición de que le dejase en paz durante un año. Justo al año reaparece el diablo  y Jack le convence de que trepe a un árbol  para cogerle una fruta. Cuando el diablo sube al árbol, Jack talla una cruz en el tronco y el diablo se queda atrapado arriba del árbol. Para poder bajar, el diablo le promete que nunca más buscará su alma. Cuando Jack murió no se le permitió entrar el cielo pero tampoco en el infierno pues el diablo mantuvo su palabra. Compadeciéndose de él, el diablo le dio un ascua encendida dentro de un nabo hueco para alumbrar su eterno deambular por la Tierra. La gente, durante la fiesta de Halloween, enciende calabazas para ahuyentar a Jack el Tacaño y a otros espíritus no deseables.





Es obvio que esta leyenda, que es la que todos los niños conocen en la cultura anglosajona, tiene un cariz claramente cristiano. La presencia del diablo y la cruz así lo atestiguan. Probablemente un intento más de la mayoritaria religión católica por cristianizar una fiesta pagana.  Yo no creo que este sea el origen de tan misteriosa figura así que les voy a dar otra versión sobre cómo surgieron las enigmáticas y divertidas calabazas o Jack O’ Lanterns (Jack el de la linterna), como así se llaman en inglés.

Si bien éste es el origen popular, para los paganos que celebramos el sabbat de Samhain, el origen bien podría radicar en unos espíritus del bosque que desde siempre se han visto en parajes perdidos por todas las latitudes. Algunos los llaman luminarias y la casuística es mayor de lo que podamos pensar. Son muchas personas las que las han visto. Suelen ser luces no muy grandes que vagan por los campos a altas horas de la madrugada. Suelen desplazarse a un metro del suelo y se comportan de manera inteligente pues a veces acompañan a los caminantes manteniéndose a pocos metros de ellos. En otras ocasiones, van a gran velocidad y en otras alcanzan tal grado de luminosidad que durante unos segundos la noche se convierte en día. Algunos dicen que son fuegos fatuos, otros que son OVNIs y otros que son los espíritus de los muertos que vagan en pena… Pero el caso es que nadie sabe que son. Incluso se sabe de algunas que han agredido a seres humanos (el caso de Nicolás Sánchez, el Colás, en Cambroncino, comarca de Las Hurdes). Otras, la mayoría, parece que solo te observan. Espíritus buenos y espíritus malos… de todo hay. Las más conocidas de estas luminarias en España son La luz de Mafasca (Fuerteventura), La Luz del Pardal (Albacete)  y otras extrañas luces en otros muchos lugares que parecen venir de ninguna parte.




 Fotografía Aníbal Clemente
Luminaria. Las Hurdes 2005



Antiguamente las gentes que vivían en contacto con la naturaleza sabían que los bosques más intrincados y salvajes estaban poblados por extraños espíritus. Son los espíritus de los olmos, de las hayas, de los robles, del agua, de las rocas… Son los espíritus de un mundo que un día existió, que sigue existiendo pero que ya no podemos ver ni oír porque algo ha querido que no sepamos que todo está vivo y que tiene conciencia. Ese algo o ese alguien trata por todos los medios que los seres humanos creamos que solo existe lo que se puede tocar con las manos y no lo que se vislumbra cuando uno cierra los ojos y busca el silencio.





Fotografía de Justmakeit

Pero como la gente tiene miedo de lo que desconoce, comenzó a tallar nabos, patatas y posteriormente calabazas y meter dentro una vela. Era su modo de exorcizar a aquellos espíritus de lo salvaje. Para esas gentes aquellas luminarias eran las almas de los muertos o duendes y seres de la naturaleza que parecían provenir de lo más oscuro de los bosques. Creyeron que, como decían los celtas, la noche del 31 de octubre los espíritus de los muertos salían de sus tumbas y recorrían la comarca en busca de incautos… Si no prueba a tallar una calabaza, encenderla y apagar la luz. Pareciese una luminaria con cara diabólica, el rostro del miedo y lo desconocido, que vaga sola por la habitación. Por eso encendían calabazas en sus puertas y ventanas para ahuyentar a aquellas extrañas luces que parecían conocerlo y saberlo todo. 


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