Desde siempre los brujos
hemos trabajado y trabajamos con huesos de animales. Son objetos “fetiche”,
entendiendo que un fetiche es un objeto que personifica o encarna a un potente
espíritu o que posee un potencial mágico. El trabajo espiritual con huesos es
una forma de conectar con los espíritus de los animales de poder, pues no hemos
de olvidar el origen chamánico de la brujería, así como con los Ancestros.
Como siempre, la leyenda
negra que acompaña a la brujería se manifiesta en todo su esplendor… Y ya nos
imaginamos a una bruja muy vieja, con verrugas, con un caldero fétido y
humeante acompañada de calaveras y huesos de niños que se ha comido… todo para
invocar a esa deidad que el cristianismo tanto menciona, llamada Satanás, y en
la que nosotros no creemos y menos invocamos.