Las culturas más antiguas
de la tierra poseen antiquísimas trampas artesanas para atrapar espíritus
malignos. Estas trampas no solamente atrapan y retienen a espíritus malvados,
aquellos que existen en el otro mundo y que pueden perjudicarnos con mayor o menor
poder sino que pueden debilitar e incluso extinguir el poder de ciertos magos o
brujos negros.
Entre las raíces del Árbol
del Mundo existe un pozo consagrado a las Diosas del Destino, tres espíritus
femeninos más antiguos que el propio mundo. El pozo vierte su agua y hace que
el gran Árbol crezca alto y fuerte. La labor principal de las tres Nornas,
también conocidas como Parcas, Moiras o Diosas Hilanderas, entre otros muchos
nombres, era regar a diario el Árbol de nombre Yggdrasil para que permaneciese
siempre fresco y creciese alto y fuerte. Las Nornas tejían telares de vivos
colores que iban cambiando según la naturaleza de los acontecimientos que iban
a ocurrir. Cuando las diosas tejían con una hebra de color negro, esto era
considerado como un presagio de muerte. La vida de cada persona es un hilo de
su inmenso telar. A veces el tapiz era tan extenso que una de las hermanas
podía estar en el oriente y otra en el occidente y mientras tejían y viajaban,
cantaban una misteriosa canción tan profunda como el firmamento nocturno.