Después de tantas idas y
venidas a lo largo de cientos de años, queda claro que no existe un solo Tarot
o un Tarot “verdadero”; su existencia se ha atomizado en infinitas versiones
que entre sí pueden ser parecidas, similares, levemente diferentes o completamente
opuestas. En los últimos quinientos años el Tarot se extendió por todo el mundo
y ahora encontramos en todo tipo de negocios y en las manos de personas muy
diferentes, adaptándose en cada región a las imágenes características o
folklóricas del lugar: solamente en España existen más de media docena de
variantes.
Actualmente podemos ver
juegos completos con los personajes ataviados de distintas formas y estilos, lo
cual lamentablemente ha ido en desmedro de los componentes y detalles
simbólicos que tuvo el diseño original, mezclándose con los signos zodiacales y
confundiendo o alterando la adjudicación de los planetas a los Arcanos.
Tal vez el Tarot de
Marsella, por ser uno de los más antiguos y difundidos, sea el que se mantiene
más fiel al originario, pero eso ya no se puede saber y en la extensa gama de
posibilidades que existen, es imposible decir que alguno es mejor o más
auténtico que otro; pero en su simbología, todos aluden a las preguntas
universales del Hombre y a lo largo de los años van enriqueciendo
conceptualmente al Tarot. Podemos ver al Tarot como un libro que a través de
sus imágenes describe la Realidad y por lo tanto el Conocimiento.