La amatista pertenece a la
familia de los cuarzos. Es una piedra semipreciosa cuyo color lo determina el
hierro que contiene, pudiendo variar del púrpura intenso al azul celeste. Desde
tiempos inmemoriales la amatista ha sido apreciada: los egipcios la consagraron
al dios lunar Toth; los griegos la asociaron a Mercurio, y fue también la gema
preferida de los hebreos. Más tarde, en el medioevo, fue empleada en forma de
cuentas para confeccionar rosarios, debido a su pureza y su poder para inducir
a la meditación.
Las amatistas más hermosas
puedes encontrarlas en los ricos yacimientos de Brasil, Sudáfrica y México.
También en Sri Lanka hay amatistas de procedencia aluvial.
El valor de la amatista
depende de la belleza y uniformidad de su color; en el pasado fue considerada
una piedra de gran prestigio, y llegó a ser tan deseada como el diamante.
El poder de la amatista es
muy amplio y comprende tanto aspectos físicos como psíquicos y esotéricos. La
amatista atrae a la suerte, convoca el amor, favorece la videncia, aleja los
miedos e incrementa la actividad intelectual. Debido a su poder se recomienda
llevar siempre encima una amatista, así como colocar una de estas gemas bajo la
almohada para ahuyentar pesadillas y disfrutar de sueños apacibles e incluso
proféticos.