Tiene una gran importancia
encontrar un espacio para el crecimiento personal cualquiera sea la actividad
que realicemos, pero el Tarot puede representar esa posibilidad a través de la
influencia benéfica que ejerce.
Es que el Tarot no es una
herramienta de adivinación fatalista sino algo mucho más grande y dinámico, una
verdadera vía de comunicación con alguien que nos ayuda en el plano espiritual,
una forma de potenciar nuestra intuición frente los arquetipos que muestran en
cartas.
El Tarot es forma de
interpretar, una clave que permite establecer un diálogo a través del cual
ayudarme y ayudar a los demás. A través de sus representaciones estimula la meditación
y el aprendizaje.
De esta manera puede ser
una herramienta para una verdadera introspección, ya que el fatalismo sólo
puede conducir a la obsesión, en cambio las imágenes que aparecen en Tarot
desde este punto de vista nos llevan más bien hacia la meditación sobre
posibles aspectos que no se habían tenido en cuenta con anterioridad.
De otra manera seríamos
títeres de una voluntad inmodificable, cuando en realidad la libertad del ser
humano es incuestionable. Las Cartas nos pueden dar una visión del momento
actual y del inmediatamente siguiente en base a una lógica que nos indica que
deberían ir en una determinada dirección, y a partir de la valoración de los
consejos se puede actuar y variar ese siguiente paso.
Pero está claro que el
devenir implica que a cada paso seguirá otro nuevo; por eso hay que evitar el
estancamiento y el determinismo para sortear los avatares en forma más
consciente posible.