Cuando vamos a invocar a
ciertas fuerzas o númenes hemos de advertir previamente a los no iniciados que
lo hagan con suma cautela y, desde luego, con conocimientos previos y
avanzados. Si no los tienes, te sugiero que simplemente busques una foto de
Hécate, la coloques en tu mesa de trabajo y a la luz de las velas trates de
averiguar qué percibes y si esa fuerza es afín a ti.
En las religiones
conocidas sus dioses obedecen unas pautas comunes, un comportamiento,
llamémosle así, civilizado. Digamos que las fuerzas a las que invocan los
seguidores de las religiones masivas de este planeta son entidades que sirven
un esquema básico de dar-recibir y son además entidades dedicadas a
determinados tipos de cuestiones muy mundanas. Así en el catolicismo
encontramos santos y vírgenes que nos ayudan a conseguir ciertos atributos y
bienes: San Pancracio, santo de la fortuna y de los juegos de azar, San Judas
Tadeo, patrono de las causas difíciles o desesperantes, etc. Estas entidades
aparecen portando ropas y objetos comunes de la vida cotidiana. Así en su mano
pueden llevar corderos, báculos, pan, herramientas y aparecen rodeados de
animales, fuentes, etc.
Pero la brujería no es una
religión no solo por las razones que ya se explicaron en este blog sino porque
no obedece a un sistema de creencias fijo y determinado, más bien todo lo
contrario. Es un mundo anárquico donde no encontramos definidas las formas.
Como ya expliqué en este blog, yo no invoco a dioses, no les ofrendo nada y
menos les hago ningún sacrificio. Contacto con unas fuerzas o númenes
primigenios que poco o nada tienen que ver con ninguna iconografía, sea ésta
del sistema de creencias que sea.
Como sabiamente dice José
Luis Cardero: Estamos frente a un ámbito en el cual no suelen servir los
patrones morales con los que habitualmente se gobiernan los seres integrados en
sistemas culturales. Lo Sagrado y lo Numinoso no reconocen casi nunca los
esquemas y condiciones establecidos en las cosmovisiones humanas.
Algo de eso han querido
expresar quienes intentaron en su tiempo representar el aspecto de Hécate. La
diosa muestra tres caras que, o bien pueden aparecer juntas formando parte de
la misma cabeza, o destacar sobre tres cabezas exentas que forman parte de un
mismo cuerpo. En el caso de que sea representada con tres cabezas, cada una de
ellas puede disponerse sobre un cuerpo propio pero, incluso entonces, esos
cuerpos aparecerán siempre estrechamente unidos, como formando una única
entidad, aunque indicando el aspecto polimorfo y multifuncional de la deidad
así representada. Desde sus altares, Hécate contempla la totalidad del mundo y
señala las características representativas de los espacios-frontera sobre los
cuales gobierna de forma inapelable […] “Ejércitos de muertos y viajes al otro
mundo”. José Luis Cardero López.
Por eso insisto en que el
acercamiento a ciertas fuerzas ha de ser realizado por personas que ya sepan
manejar el Arte. Estas fuerzas abren puertas y resquebrajan el velo entre las
dimensiones, por esa razón ha de hacerse por personas con experiencia, brujos,
chamanes y otras personas con capacidades psicopómpicas.
Con Hécate trabajamos
siempre con llaves. Son precisamente esas llaves las que abren las Puertas
entre el mundo invisible y el mundo tangible. Trabajamos con su imagen o sin
ella (aunque recomiendo que, sobre todo al principio, sí tengan una imagen
delante que os ayude a enfocar vuestra energía).
Es imposible resumir aquí
todos los atributos y simbología de Hécate así que nos enfocaremos en uno de
sus atributos, a mí parecer, más importantes y es el de Kleidouchos. Esta
palabra griega significa la que porta las llaves. Encontramos una de las
primeras referencias a esta capacidad en los Himnos Órficos y otros cantos más
antiguos incluso, topándonos con una de las claves para entender qué simboliza
esta fuerza primordial.
La que porta las llaves es
la que custodia un espacio, en este caso, ya lo dijimos, guarda los espacios de
frontera o lugares liminales, no solo como iluminadora o como la que guía a los
que viajan de un lugar a otro, que ya veremos que también, sino en este caso
como la que custodia un espacio sagrado y lo protege. Así nos encontramos con
una de las capacidades de Hécate menos conocidas: la protectora. Por esta razón
encontraremos su simbología y otras representaciones en las puertas de los
hogares, las llaves que guardan la casa. Y nos encontraremos con Hécate a un
nivel más profundo: la que abre la puerta al conocimiento, a los misterios y el
viaje del espíritu.
Por esa razón he insistido
tanto a la hora de escribir este post: Hécate abre lo que antes estaba cerrado.
Sea nuestra psique o sean puertas hacia otras dimensiones. Quien no tenga
experiencia, que no la invoque. Insisto.
Aquí les dejo un ejemplo
de canto ritual para llamarla. Se los dejo como muestra, uno de los cantos órficos de invocación:
Celebro a Hécate,
Protectora de caminos y encrucijadas,
Agradable, celeste,
ctónica y marina,
De azafranado peplo,
sepulcral,
Que entra en frenesí junto
con las almas de los muertos,
Hija de Perses, amante de
las soledades, que se regocija con los ciervos,
Nocturna, protectora de
los perros, reina irresistible,
Acompañada de ruidos de
animales,
Desceñida, de aspecto
irresistible, Diosa de los toros,
Señora poseedora de las llaves de todo el mundo,
Guía, ninfa, nutricia de
jóvenes, que vive en los montes;
Suplicando a la doncella
que se haga presente en las sagradas iniciaciones,
Siempre propicia para el
pastor de bueyes y con ánimo grato”.
Himnos Órficos
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