La brujería del
cerco cree, en las fuerzas sagradas de la naturaleza, en los númenes, en ese
Viejo Espíritu que siempre ha estado aquí, con nosotros: el viento que recorre
praderas y montañas, la fuerza del agua, el calor del sol, la magia de la luna…
pero esa es la parte aparente, los brujos del cerco, creen en lo
que está aún más allá. Aquello que no se ve pero que está ahí y que nos ha
acompañado siempre. Lo que nunca te pide nada a cambio. Reciben muchos nombre.
Una de los asuntos más
importantes es nuestra relación con las hadas y los duendes, con las Fae, como
así las conocemos. Los habitantes que se encuentran debajo de las colinas
huecas, aquellos que surgen y regresan siempre a lo numinoso. Son el Pueblo
Tranquilo, la fuerza determinante de nuestra hechicería. Nuestra sangre, la de
los brujos, es su sangre también.