El individuo comienza el
extenso trayecto por el camino de la magia, cuando, en alguna parte de la mente
se enciende el mandamiento genético.
Se deberá abrir una puerta
tras otra, mientras se avanza por los senderos de un gran laberinto. Detrás de
cada una de esas puertas se encontrará una extensión de luces y sombras.
Entramos en la propiedad
del diablo, cuando abrimos la puerta de la magia negra.
En este territorio pueden
verse hombres y mujeres festejando aquelarres en medio de la noche en lejanos
cementerios y observar a la cabra sabática levitando sobre un altar flamíngeo.
Al Demonio pertenece todo lo que sucede en este reino.
También y por suerte a lo
largo de este recorrido se pueden abrir otras puertas, que nos conducen a la
sabiduría. Una de ellas es la que nos permite llegar a la magia blanca. A
traspasarla, el novato comprenderá que usando técnicas parecidas a la magia
negra, se conseguirá poner en funcionamiento fuerzas que se orientan hacia
metas superiores.