Todos relacionamos la
fiesta de Halloween con la típica calabaza iluminada desdentada y sonriente que
todos los americanos colocan en el porche de sus casas. Es indudable que es uno
de los símbolos más conocidos de esta festividad y una de las cosas más divertidas
que tiene esta fiesta: tallar la calabaza y el dulce de calabaza.
Nadie sabe exactamente
cuál es el origen de esta misteriosa costumbre. Cuenta la leyenda que un tal
Jack el Tacaño convenció al diablo para irse a echar unos tragos. Jack
convenció al diablo para que se convirtiese en una moneda y así poder pagar la
bebida. El diablo accedió. Pero como Jack era tan tacaño cogió la moneda y la
guardó en uno de sus bolsillos, precisamente uno que contenía un pequeño
crucifijo de plata. Esto hizo que el diablo quedase atrapado en la forma de una
moneda. El diablo entonces le pidió que le liberara y Jack accedió a condición
de que le dejase en paz durante un año. Justo al año reaparece el diablo y Jack le convence de que trepe a un árbol para cogerle una fruta. Cuando el diablo sube
al árbol, Jack talla una cruz en el tronco y el diablo se queda atrapado arriba
del árbol. Para poder bajar, el diablo le promete que nunca más buscará su
alma. Cuando Jack murió no se le permitió entrar el cielo pero tampoco en el
infierno pues el diablo mantuvo su palabra. Compadeciéndose de él, el diablo le
dio un ascua encendida dentro de un nabo hueco para alumbrar su eterno
deambular por la Tierra. La gente, durante la fiesta de Halloween, enciende
calabazas para ahuyentar a Jack el Tacaño y a otros espíritus no deseables.