Para la religión
cristiana:
El infierno es el lugar
donde después de la muerte son torturadas eternamente las almas de los
pecadores,
Habitado por los demonios,
espíritus sobrenaturales y malévolos, gobernado por Lucifer,
enemigo de Dios.
Estudiando esoterismo,
concluimos que es una mezcla alterada de varios conceptos que vamos a esclarecer
Lucifer no es el diablo
El “ángel caído” (Lucifer,
Luzbel, etc.) y el “Príncipe de las tinieblas” (Diablo, Satanás, etc.) son dos
entidades completamente distintas:
Lucifer es un Ser elevado
que por amor a la Humanidad hizo un experimento que no funcionó.
El Diablo no es un ser
personal; es el espíritu, pero no del mal sino del lado oscuro de la materia.
Para comprenderlo, vamos a
compararlo con la Naturaleza. Cuando están en un bosque sienten que hay una
armonía que no puede ser fruto del azar. “Algo” mantiene el equilibrio.
Esotéricamente a ese “algo” se le llama
“Espíritu de la Naturaleza”, es una conciencia impersonal que va a
generar una jerarquía o reino de seres sutiles conocidos como hadas, gnomos,
etc., quienes van a trabajar para que se dé ese equilibrio en la Naturaleza.
Misión del reino de las
tinieblas
El diablo va a generar una
jerarquía de seres sutiles conocidos como demonios, gárgolas, etc., cuya
función es la de formar y mantener la materia. Actualmente la ciencia sabe que
la materia está compuesta de energía, pero no sabe porque no se dispersa en
energía. La respuesta es porque ese reino genera una fuerza
que presiona la energía a densificarse (así como la gravedad atrae a la
Tierra). El problema es que para generar esa fuerza, esas criaturas tienen que
caer en las tinieblas. Son tan divinos como los demás seres de la creación, pero
por su actividad, su conciencia está muy oscurecida.
No hay que temerles; no
son “seres malévolos”, pero tampoco hay que relacionarse con ellos porque serán
vampirizados energéticamente y jalados hacia abajo, hacia la materia.
La descripción que la iglesia
hace de ese lugar y de sus habitantes probablemente está basada en visiones
clarividentes, deformadas por la imaginación. Sin embargo no es a donde van las
almas de los pecadores después de morir, y los verdaderos demonios no están ahí.
¿Qué hay de las posesiones
demoníacas?
Para que haya posesión se
requiere un acto de magia, o sea que es implicación y responsabilidad del
hombre que ocurran. Si el conjurador no buscara hacer daño o someterlos a su
voluntad no tendría luego esos problemas. No hay riesgo para las personas que mantienen
una vibración positiva.
¿Qué hay de la mala
influencia del diablo?
Esta fuerza que jala hacia
abajo influye también en el hombre. Es la dualidad entre su naturaleza animal
que lo impulsa a gravitar hacia una vibración más densa y material, y su
naturaleza virtuosa que lo impulsa a elevarse hacia una vibración más sutil y
espiritual.
¿Si se puede vender el
alma al diablo?
El alma (buddhi) no la
pueden vender porque no tienen la posesión, es la parte espiritual de su ser.
Por así decirlo, le pertenece a Dios. Lo que si pueden es perder la conexión
con ella.
Cuidado con estar haciendo
pactos con el diablo o otra entidad, aunque sea de broma. La palabra es
creadora y lo que dicen tiene implicaciones energéticas. Aparentemente no
pasara nada en el mundo físico, pero en el mundo sutil tendrán que responder
por sus declaraciones.
El infierno para los
pecadores es en la Tierra
Sobre el tema Blavatsky
dice en La Clave de la Teosofía (p137):
La he escuchado decir que
al Ego, cualquiera que haya sido la vida de la persona que encarnó en la
Tierra, nunca se le impone un castigo post-mortem.
Nunca, salvo en casos muy
excepcionales y raros de los cuales no hablaremos aquí, dado que la naturaleza
del “castigo” de ninguna manera se aproxima a ninguno de tus conceptos
teológicos de condenación.
Pero sí es castigado en
esta vida por las fechorías cometidas en una anterior, entonces es este Ego el
que también debería de ser recompensado, ya sea aquí, o cuando esté
desencarnado.
Y así es. Si nosotros no
admitimos castigo alguno fuera de esta tierra, es porque el único estado que el
Sí Espiritual [el Ego personal en unión con su parte divina] conoce, en el más
allá, es el de beatitud pura. (Ver ¿Cómo es la vida en Devachan (el “Paraiso”)?)
¿Qué es lo que quiere
decir?
Simplemente esto: que los
crímenes y pecados cometidos en un plano de objetividad y en un mundo de
materia, no pueden recibir su castigo en un mundo de pura subjetividad.
[Los crímenes y pecados se
pagan en el mundo físico, ya sea en esta vida o en la siguiente reencarnación.
Por ello, todos aquellos que no se hayan dejado caer en el fango del pecado
irremisible y de la bestialidad van a Devachan (el “cielo”). El karma malo que
hayan generado durante su vida terrenal se hace a un lado, por el momento para
posteriormente seguirlos en su futura reencarnación. Ellos solo llevan consigo
a su Devachan el karma positivo de sus buenas acciones, palabras y
pensamientos. Posteriormente ellos tendrán que pagar por sus pecados quieran o
no. Mientras tanto son recompensados por su altruismo y esfuerzo por
desarrollarse durante su vida terrestre. (Carta Mahatma 16, p100-103)]
Nosotros no creemos en
ningún cielo o paraíso como localidades; en ningún fuego y gusanos objetivos
que nunca mueren, ni tampoco en ninguna Jerusalén con calles pavimentadas con
zafiros y diamantes. [Haciendo alusión a las descripciones del infiero y del
paraíso por la iglesia católica]. En lo que creemos es en un estado post-mortem
o condición mental, como en la que estamos durante un sueño de gran viveza.
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